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Facilitación: El arte de hacer fácil lo difícil

Hace poco dejé mi coche en el mecánico y la persona de recepción me preguntó a qué me dedicaba. Le dije que era facilitadora. Sus ojos se abrieron de par en par y me dijo: "Ah, usted es la que todo el mundo odia". Me sorprendió. Claro, hay días en los que me siento como Leslie Knope en Parks and Rec cuando dice: "Lo que oigo cuando me gritan es que la gente se preocupa mucho por mí", pero nunca había pensado que los facilitadores fueran los que la gente odia.

Aunque se trata de un ejemplo extremo, es habitual que la gente asocie la facilitación con la persona desventurada que intenta recuperar el control de una reunión pública airada sobre un tema difícil. Pero, al igual que la raíz de la palabra facilitación - "hacer las cosas más fáciles"-, pensamos que nuestro papel consiste en eliminar los obstáculos para que las personas resuelvan juntas sus problemas.

Hay algunas personas que son expertas en mantener nuestros dientes sanos. Los llamamos dentistas. Otros son expertos en construir cosas. Les llamamos carpinteros. Algunos son expertos en expresar historias a través del movimiento. Los llamamos bailarines. Somos expertos en ayudar a las comunidades a escucharse y resolver problemas. Nos llamamos facilitadores. Y como los ingenieros, puede que no siempre entiendan lo que hacemos o cómo lo hacemos, pero saben que somos importantes.

Hay ocasiones en las que, como facilitadores, ayudamos a un grupo a tomar una decisión. Puede tratarse de cómo gastar la financiación en su comunidad o del enfoque que quieren adoptar para crear soluciones de vivienda. Este tipo de conversaciones son deliberativas. Piensa en un jurado. Los jurados son un grupo de personas que se reúnen para tomar decisiones basadas en la información y las pruebas de que disponen. Otras veces, trabajamos para ayudar a la gente a entenderse a través de sus diferencias. Puede tratarse de personas de distintos orígenes raciales y étnicos, o de personas de distintos sectores. Este tipo de conversación se conoce como diálogo. También hay ocasiones en las que las personas necesitan un facilitador que les ayude a superar un desacuerdo. Puede que la conversación sobre financiación se haya estancado o que un grupo no esté de acuerdo en centrarse en la protección de los parques de autocaravanas o en impulsar las viviendas para empleados en su comunidad. En Canopy nos dedicamos principalmente a los dos primeros tipos de facilitación: deliberativa y dialógica. Pero eso no significa que no surjan conflictos y la mayoría de los grupos de colaboración necesitan un poco de los tres. Por último, todos estos modos son necesarios cuando las personas intentan alinear sus diferentes intereses en una acción colectiva a lo largo del tiempo. A este tipo de conversación continua lo llamamos colaboración.

La gente acude a nosotros cuando "quiere una parte neutral". Esto ocurre cuando la gente reconoce que necesita una perspectiva externa, alguien que no tenga intereses en el resultado. A lo largo de los años, los facilitadores se han dado cuenta del riesgo de la neutralidad. En pocas palabras, es imposible ser neutral. Todos tenemos prejuicios internos que, si no se controlan, se manifiestan en forma de preferencias por los distintos participantes. En lugar de ser neutrales, los facilitadores de Canopy trabajamos para ser multiparciales. Esto significa que atendemos las necesidades de muchos por encima de las necesidades de un solo individuo. Al atender a todos, somos parciales a la hora de buscar formas en las que las dinámicas de poder puedan estar influyendo en la conversación y trabajamos para distribuir el poder en el grupo. Además, significa que nos comprometemos continuamente a examinar nuestros prejuicios y cómo pueden manifestarse. Esto significa que puede que te hagamos saber que no somos los más adecuados para un tema o grupo determinado, mientras que otras veces podemos traer a un cofacilitador para que participen dos perspectivas.

Facilitamos muchas cosas, pero nuestro objetivo siempre es ayudar a la gente a asumir este papel en su propia comunidad. Puede ser en un papel formal de facilitador, pero aún más, queremos "facilitar las cosas" cambiando la cultura en la que resolvemos problemas juntos. Mientras que mucha gente tuvo que tomar clases de oratoria en el instituto o en la universidad, nadie tuvo que tomar clases de escucha en público. Si lo hiciéramos, nos daríamos cuenta de que el verdadero arte de la facilitación reside en crear una base cada vez mayor de entendimiento compartido. A partir de ese entendimiento, podemos desarrollar soluciones más creativas a los difíciles problemas a los que nos enfrentamos juntos.

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