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La valentía de la gracia

Dos manos negras extendidas sobre un corral de rodeo.

Escuchar.
Pensar.
Crear.
Participar.

La lista puede seguir y sigue. Las exigencias diarias de nuestro entorno personal y profesional. Los adjetivos suenan suaves, progresivos y holísticos.

Luego, en mitad de la noche, mientras se intenta otra ronda de descanso espasmódico, estas palabras se convierten en tus pesadillas residentes. Todos los "quehaceres" diarios, y ahora estamos aquí, en el precipicio de la ansiedad de la noche y la inminente mañana; escuchando, pensando, creando y comprometiéndonos. Estoy aquí para decirte que hay esperanza en el horizonte.

Soy una mujer negra, a menudo encargada de acceder a la inspiración para muchos públicos, a veces a través de un viaje poco inspirador. Los entresijos, los altibajos de este trabajo forman parte integrante de lo que somos como mujeres negras. Pero el proceso me ha hecho tomarme un momento para honrarme a mí misma. Aunque me llevó algún tiempo, ahora me doy cuenta de que seguir siendo valiente es agotador. El miedo innato a cómo seré recibida mientras me muevo por el mundo me obliga a dejar espacio y tiempo libres para la gracia, para rejuvenecer la relación simbiótica de ambos actos.

Las cosas que no se dicen no se disipan. Permanecen en nosotros y a nuestro alrededor, como los días de penumbra tras un incendio. A medida que avanzamos en el complejo proceso de interrupción del liderazgo generativo en el dosel cívico, quería que mis colegas y yo tuviéramos algo sencillo, pero significativo, a lo que aferrarnos después de completar la primera de muchas sesiones de crecimiento duras y necesarias. Lo que se me ocurrió compartir fue tener un poco de gracia con nosotros mismos, porque lo que pretendemos lograr requiere una gran valentía. La valentía, por definición, requiere una sensación de miedo ante la incertidumbre del resultado. Tener un equilibrio entre gracia y valentía es necesario para nuestro bienestar como equipo y como parte del equipo que contribuye al crecimiento de nuestra comunidad.

Les dejo que piensen en lo que hace falta para ser un disruptor; elegante y valiente, quizá una nueva perspectiva del cambio.

Un extracto de
Letanía para la supervivencia
de Audre Lorde

Y cuando sale el sol tememos
que no se quede
cuando el sol se pone tememos
que no salga por la mañana
cuando tenemos el estómago lleno tememos
a la indigestión
cuando nuestros estómagos están vacíos tememos
no volver a comer
cuando nos aman tenemos miedo
que el amor desaparezca
cuando estamos solos tenemos miedo
que el amor nunca vuelva
y cuando hablamos tenemos miedo
que nuestras palabras no sean escuchadas
ni bienvenidas
pero cuando callamos
seguimos teniendo miedo

Así que es mejor hablar
recordando
que nunca estuvimos destinados a sobrevivir.

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