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Reimaginar al Director Ejecutivo

Mantener a los artífices del cambio en nuestras comunidades

Por Alice B. Pugh

17 de noviembre de 2022

Hay quienes no se conforman con mirar de reojo y deben lanzarse a crear. La pasión, la visión y la capacidad de arremangarse constituyen la salsa secreta de los fundadores de organizaciones sin ánimo de lucro. Yo fui uno de esos fundadores hace varios años y ahora me encuentro a menudo trabajando con directores ejecutivos (DE) de organizaciones sin ánimo de lucro en mi trabajo en The Civic Canopy. A lo largo de los años, he visto el potencial de estas personas increíbles para reunir a la gente en torno a una visión común para cambiar su comunidad, pero también he visto cómo se queman debido a expectativas imposibles. A esto, ofrezco una invitación a reimaginar.

En los primeros años, la pasión y la visión son apasionantes y el potencial de cambio es real. Los programas parecen brotar. Nunca hay suficiente dinero ni horas en el día para hacer que todo suceda, pero debe suceder para alguien con un sueño así. El empuje y la determinación son contagiosos y pronto los programas crecen, el dinero llega a cuentagotas (aunque todavía no lo suficiente), y otros que comparten la pasión vienen a compartir sus dones. La organización sin ánimo de lucro crece y prospera. La visión nunca decae, las horas se acumulan y las responsabilidades empiezan a aumentar. Pronto, ese hermoso sueño necesita hojas de horas que aprobar, políticas que regir, informes de subvenciones y rendición de cuentas. Un Director Ejecutivo ha aprendido a hacerlo todo y se esfuerza por garantizar que la misión se cumpla. Pronto el tiempo se aleja de la tierra nutricia de los ideales y comienzan los malabarismos.

Pasan los años. El personal y los empleados van y vienen, dejando atrás sus dones. El sueño se hace más tangible y el éxito se acerca. El estrés también se deja sentir en los objetivos no alcanzados y en unos presupuestos tan exiguos que resulta imposible pagar equitativamente todo el increíble trabajo de los voluntarios y los esforzados empleados. Son tantas las exigencias que un Director Ejecutivo debe atender, desde la gestión del personal hasta la recaudación de fondos, pasando por la gobernanza de la junta directiva, y aun así mantiene el sueño. Mantener una visión para todos también es estresante.

Entonces, sin proponérselo, se construye una estructura que parece inmutable. Un Consejo de Administración obliga al Director Ejecutivo a rendir cuentas. Se forma una pirámide de poder en cuya cúspide se encuentra el Director Ejecutivo, que asume toda la responsabilidad y se aferra a todas las riendas para asegurarse de que todo se haga. No hay tiempo que perder, e incluso pensar en pedir ayuda resta más tiempo. La sensación de estar abrumado se apodera de uno, pero aun así el DE se remanga las mangas y hace que las cosas sigan avanzando, hacia el potencial.

De hecho, pueden pasar décadas y en una ciudad pequeña tu identidad queda ligada a tu trabajo, porque es mucho más que un trabajo. He oído a muchos urgenciólogos llamar a su organización su tercer hijo. En una pequeña comunidad rural, un urgenciólogo nunca está "fuera de servicio". Se espera que aparezca para todo y que sea todo para todos. Entonces, poco a poco, el agotamiento se instala y el precioso tiempo del que se dispone no deja salida. ¿Cómo planifica uno su propia sucesión cuando aún brilla ese hermoso sueño?

Quizá sea la estructura lo que ha llevado a tantos por este camino. Financiar los programas de una organización sin ánimo de lucro requiere un rompecabezas de subvenciones, donaciones y recaudación de fondos. Las fundaciones conceden subvenciones en incrementos de un año, lo que dificulta la planificación a largo plazo. Conectar con donantes ricos también es un obstáculo en las comunidades empobrecidas. ¿Podría haber llegado el momento de replantear nuestras estructuras sin ánimo de lucro para que sean más colaborativas y comunitarias? ¿Cómo sería que el personal y los socios formaran un verdadero equipo que remara en la misma dirección y compartiera responsabilidades y objetivos?

La determinación de tomar una idea y crear una organización sin ánimo de lucro para llevar el sueño a buen puerto podría centrarse en transformar la propia estructura de las organizaciones sin ánimo de lucro. El empuje de una junta y un ejecutivo visionarios puede utilizarse para tomar el control de cómo se hace el trabajo. ¿Cuáles son las funciones esenciales que permiten cumplir la misión? Algunos ejemplos son la contabilidad, los recursos humanos, la recaudación de fondos, el desarrollo de proyectos/programas y la salud organizativa. Tradicionalmente pensamos que esto es dominio exclusivo del DE, pero es posible invitar a consumidores y empleados a participar en los mandatos de cada función y aportar experiencia vivida, conocimientos especializados y responsabilidad. Esto transforma la dinámica de poder de receptor a parte interesada y proporciona una trayectoria profesional dentro de una organización. También se comparte la responsabilidad, liberando a cada persona para que aporte su pasión al conjunto. Establecer estructuras equitativas al inicio de una organización sin ánimo de lucro no lleva más tiempo que navegar por las políticas y procedimientos tradicionales de las organizaciones tradicionales. Que empiece la innovación.

 

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